Barseghian, Miguel Angel, Jofré, Varinnia, Miranda, Adriana, Yonahara, Sergio, Marietti, Inés María, Hernández, Alejandra Fabiana, Colombo, Laura, Darrigo, Valeria, Iácono, Christian Adrián, and Elías, Camila
La pintura ha sido un medio privilegiado para plasmar la pulsión mimética; desde tiempos remotos sirvió para la adulteración perceptual de los espacios del hombre, como se refleja en los murales de Pompeya, donde algunos ambientes del hogar se abren a exteriores ficticios como una forma de expansión arquitectónica. Esta voluntad reaparece con mayor énfasis en el período barroco, en que a las artes plásticas se sumarán efectos ilusionistas propios de otras disciplinas. En la actualidad, en esta sociedad del espectáculo mediático, el poder de la imagen se potencia. Los medios audiovisuales disponen de espectadores con la mirada sujeta a una pantalla, lo cual facilita la construcción de un ilusionismo espacial. La fotografía congela la imagen y delimita el campo de intervención escénica; como representación plana, bidimensionaliza el espacio real al transportarlo al plano de una cartulina o de una pantalla televisiva. Desde el Renacimiento, en la búsqueda de un mayor verismo ilusionista, el trampantojo recurrió a una puesta escenográfica compleja apelando al complemento de otras artes o a la creación de señuelos de distracción. La luz, las sombras, el color, el sonido y los olores, los espejos, la anamorfosis y la perspectiva cónica, se convirtieron prontamente en auxiliares fundamentales para lograr un simulacro visual eficaz. Por otra parte, al concentrar la atención del público sobre un tema central protagónico (por ejemplo figuras o actores humanos), las deformaciones del espacio arquitectónico adulterado se hicieron casi inadvertibles para una mirada distraída. La dirección de uso funcional más frecuente de estos espacios determinaba el posible sitio de observación. En los templos se construían estas ilusorias expansiones considerando la condición de ingreso de los fieles, como el caso de la falsa cúpula de San Ignacio en Roma realizada por Andrea del Pozzo o de la falsa bóveda nervurada en la Capilla Sixtina. A la vez, se intentaba sumergir al público en una atmósfera envolvente. En el arte barroco se buscó el Arte Total, dirigido a todos los sentidos; en esta búsqueda se destaca la Capilla Cornaro, obra de Bernini en que realizó la arquitectura con sus fuentes de iluminación- la escultura y la pintura. Mediante la integración de las artes, el espacio incluía al receptor como participante, inmerso en una atmósfera envolvente, un espacio teatral con una composición activa que dirige la mirada. La “síntesis de las artes” fue también uno de los grandes proyectos del Romanticismo; en éste contexto Wagner, en sus óperas, unió lo narrativo-poético, lo sonoro y lo visual, en un espacio inmersivo; contó con la colaboración de Adolphe Appia en lo visual, quien oscureció la sala y creó la escenografía tridimensional y la iluminación teatral. En la segunda mitad del siglo XX, en Estados Unidos, a partir de la lectura de Fenomenología de la percepción de Merleau Ponty, distintos artistas innovaron en los modos de recepción de sus obras en cuanto a las relaciones espaciales que imponen al público. Surgió un nuevo modo de recepción, y también hubo artistas que experimentaron con lo paradójico y lo ilusorio en el espacio, entre ellos integrantes de Fluxus -Yayoi Kusama-, videoartistas Gary Hill- y ópticos y cinéticos -Marina Apolonio-; y artistas urbanos anamorfistas como Felice Varini o George Rousse, entre muchos otros. Estos artistas elevaron a calidad de fenómenos estéticos los efectos sensoriales vivenciados por el espectador, que son el contenido central de la obra. Hay una estética de lo vivencial, que involucra al espectador de un modo total: su cuerpo, sus sentidos, su intelecto. Esta experiencia estética se basa en la inmersión, la sorpresa y la desorientación que producen en el espectador las adulteraciones del espacio y los objetos, que no resultan coherentes. En los casos en que no hay contradicciones sino que la ilusión es total, como ocurre con las anamorfosis, la falta de coherencia se da cuando el espectador se mueve y descubre el truco, lo cual también forma parte de su experiencia estética. En un trabajo anterior, analizando el nivel de desarrollo alcanzado por los trampantojos en forma previa a la fotografía, ponderábamos a los panoramas como una arquitectura y una pintura construida para la mirada con el auxilio de diferentes disciplinas del arte, como una suerte de arte total que incorporaba además de un espacio globalizante la idea de un cinetismo narrativo. Fil: Barseghian, Miguel Angel. Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Artes. Departamento Académico de Artes Visuales; Argentina. Fil: Jofré, Varinnia. Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Artes. Departamento Académico de Artes Visuales; Argentina. Fil: Miranda, Adriana. Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Artes. Departamento Académico de Artes Visuales; Argentina. Fil: Yonahara, Sergio. Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Artes. Departamento Académico de Artes Visuales; Argentina. Fil: Marietti, Inés María. Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Artes. Departamento Académico de Artes Visuales; Argentina. Fil: Hernández, Alejandra Fabiana. Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Artes. Departamento Académico de Artes Visuales; Argentina. Otras Artes