La museografía arqueológica catalana se inicia en el siglo XVIII y empieza a tomar forma en el siglo XIX, con distintos ensayos museísticos. El proceso de unificación de colecciones culmina en 1935, con la creación del Museu Arqueològic de Barcelona. Este Museo representó una revolución museográfica notable. Sobre esta base, la Ley de Museos Catalana (17/1990), creó el Museu d’Arqueologia de Catalunya (MAC), que representaba un modelo de museo descentralizado y extendido en el territorio, que revitalizó el proyecto. Pero al margen del MAC, Catalunya ha visto como los museos de territorio se incorporaban a la vanguardia de la museografía arqueológica. Paralelamente al museo clásico se ha desarrollado la museografía in situ, la de los yacimientos arqueológicos, en la que siempre ha sobresalido Empúries. No se producirán modelos alternativos, hasta el nacimiento de propuestas inmersivas como la de la Ciudadela de Calafell y los Parques Arqueológicos catalanes, ya a finales del siglo XX.