Nuestra profesión sostiene un acuerdo con la ley de la gravedad, que ni los posibles desafíos estructurales que permiten hoy los avances de la ingeniería, consiguen salvar la dependencia del proyecto respecto del suelo [1]. Cabe asumir esta condición de la arquitectura, y cuando esto ocurre, tanto empieza un ejercicio proyectual, en el que por un lado, es posible observar multitud de variables que emanan de los abundantes aspectos socio-físicos que definen cada lugar concreto y de cómo éstos son interpretados por la experiencia vivida por cada arquitecto [2]. Como, por otro lado, también es posible detectar ciertas constantes, que a menudo se repiten, como son las que permiten hablar de cómo algunos mecanismos proyectuales se dirigen a fundar la cota cero de la arquitectura tomando más o menos distancia respecto de una línea de horizonte que al observarla emana realmente complejidad. Sverre Fehn, a propósito de estas cuestiones, tomó por ejemplo consciencia de su grueso, de sus capas y de la relación que existe entre sus extremos, y de hecho, en su famoso dibujo del pez y el pájaro, definió este horizonte como un estado límite [3]. Steven Holl, años más tarde, explicaría además qué posibles relaciones posicionales podía tomar la arquitectura cuando dialoga con este soporte limítrofe [4]. Aceptando ahora este posible diálogo alrededor de las fronteras de nuestros ineludibles cimientos, este artículo, propone tomar aquí algunos ejemplos, para demostrar además, cómo algunas de estas estrategias contempladas por Holl bajo la idea de Fehn, pueden además esconder un interés por construir el paisaje [5]. Algo que fácilmente puede percatarse en la Casa Ugalde y La Ricarda por un lado, y el Parc Cementiri de Igualada y el Parc de Pedra Tosca por otro lado. Proyectos que alrededor de la cota cero nos proponen aprovechar estratos existentes, construir podios elevados o incluso generar nuevas topografías elevadas a través de excepcionales grados de ficción [6], que definen el carácter individual de cada intervención, en su interés por construir el paisaje; en su interés por relacionar la arquitectura con el paisaje y el paisaje con la arquitectura. Our profession maintains an agreement with the law of gravity, which, even the possible structural challenges that engineering advances allow today, cannot save the dependence of the project on the ground. This condition of architecture can be assumed, and when this occurs, a projective exercise begins, in which, on the one hand, it is possible to observe a multitude of variables that emanate from the abundant socio-physical aspects that define each specific place and how these they are interpreted by the experience lived by each architect. As, on the other hand, it is also possible to detect certain constants, which are often repeated, such as those that allow us to talk about how some projective mechanisms are aimed at founding the ground level of architecture by taking more or less distance from a line of horizon that when observed really emanates complexity. Sverre Fehn, on the subject of these questions, became aware, for example, of its thickness, of its layers and of the relationship that exists between its ends, and in fact, in its famous drawing of the fish and the bird, defined this horizon as a state limit. Years later, Steven Holl would further explain what possible positional relationships architecture could take when dialoguing with this border support. Now accepting this possible dialogue around the borders of our inescapable foundations, this article proposes to take some examples here, to further demonstrate how some of these strategies contemplated by Holl under the idea of Fehn, may also hide an interest in building the landscape. Something that can easily be noticed in the Casa Ugalde and La Ricarda on the one hand, and the Parc Cementiri de Igualada and the Parc de Pedra Tosca on the other hand. Projects that around the zero level propose us to take advantage of existing strata, build elevated podiums or even generate new elevated topographies through exceptional degrees of fiction [6], which define the individual character of each intervention, in its interest in constructing the landscape; in his interest in relating architecture to landscape and landscape to architecture.