Search

El populismo está presente en la vida política y en la utilización del derecho penal, operando como fundamento real de las leyes penales que, por ese vicio de origen, dejan de ser las propias de un Estado social y democrático de Derecho. Las conquistas políticas y jurídicas del derecho penal, su orientación a la protección de valores y bienes necesarios para la convivencia pasan a un segundo plano ante los intereses populistas, sectarios por naturaleza, y que fían en la represión como respuesta única y mejor a todo problema social o a las acciones que se decide incriminar para conseguir el aplauso popular. La reflexión jurídica sobre la función y los fines del derecho penal es tildada de argumentación antidemocrática. La invocación de las víctimas, como seres olvidados por el derecho penal, completa la perversión de la ideología populista.

1. La supuesta racionalidad del derecho penal. 2. La legislatura que terminó. 3. La racionalidad de las leyes penales. 4. La desoladora situación resultante. 5. La pena “razonable” no existe. 6. La irracionalidad inevitable de las decisiones criminalizadoras. 7. La aceptada irracionalidad de leyes que se aplican y las funciones ajenas al derecho penal. 8. Conclusión: las difíciles soluciones.

La actual formación del jurista en España es deficiente. La causa no está en el desafortunado y casi inviable Plan Bolonia, sino que es anterior, y no se reduce a una. La formación preuniversitaria en humanidades es casi inexistente. Hay un exceso de Facultades de Derecho y de centros que enseñan Derecho, con lo que abunda el profesorado improvisado, y, con ello, la formación del estudiante es con frecuencia superficial, a lo que se suma el poco interés por la carrera. La introducción de unas pruebas nacionales para acceder a la abogacía, en las que tienen un peso excesivo los Colegios de Abogados, no ha remediado la situación.