Aunque la pancreatitis y la hiperamilasemia asintomática son situaciones clínicas que se asocian a la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE), la primera es una entidad muy seria mientras que la segunda tiene una mínima significancia. Los factores de riesgo para pancreatitis post-CPRE son descritos en diferentes publicaciones pero su comportamiento varía entre una población y otra, motivo por el cual se hace importante su estudio en nuestro medio con el fin de identificar aquellos pacientes con mayor probabilidad de presentar pancreatitis y/o hiperamilasemia post-CPRE y poder hacer recomendaciones que tengan aplicabilidad clínica. Materiales y métodos: Se trata de un estudio prospectivo, observacional, analítico, de corte transversal, realizado en el Hospital El Tunal, en aquellos pacientes que fueron sometidos a CPRE. Antes del procedimiento, el paciente llenaba un formulario con las principales variables epidemiológicas, laboratorios e imágenes, después se le realizaba la CPRE y permanecían hospitalizados mínimo 24 horas postprocedimiento al cabo de las cuales se les tomaba el nivel de amilasa y se evaluaban si tenían dolor o algunas de las complicaciones. Resultados: En total se reclutaron 152 pacientes que cumplieron los criterios de inclusión ya que tenían indicación de realizarles una CPRE porque cursaban con colestasis y dilatación de la vía biliar extrahepática. El 61,8% de los pacientes eran mujeres (n-94). El promedio de edad observado fue 60,07 ± 15,9 años. La incidencia de hiperamilasemia en dicha población fue 65,8% (n = 100) pero solo 9 de estos se acompañaron de dolor abdominal típico más de 24 horas posterior al examen es decir que la incidencia de pancreatitis post-CPRE en este estudio es del 5,9% (n = 9). Y el 59,8% [91] pacientes presentaron hiperamilasemia sin dolor abdominal (o asintomática). Se identificaron 4 factores de riesgo para la pancreatitis; múltiples intentos de canulación (OR 23,6), uso del precorte (OR 6), opacificación del Wirsung (OR 4,65) y colocación de stent biliar (OR 5,19). Conclusión: Nuestro trabajo muestra que la pancreatitis post-CPRE es una complicación muy frecuente y aún más, la hiperamilasemia asintomática si bien no tiene implicaciones para el paciente sí la tiene para la práctica clínica ya que nuestra recomendación es que después de una CPRE si el paciente no tiene dolor abdominal no deben solicitarse las amilasas dado que en el 60% de los casos va a estar elevada generando confusión. En cuanto a los 4 factores de riesgo identificados, lo cuales son potencialmente modificables, el trabajo sugiere que lo más importante es que la CPRE sea realizada por un profesional con entrenamiento. Although both asymptomatic hyperamylasemia and pancreatitis are clinical situations associated with endoscopic retrograde cholangiopancreatography (ERCP), asymptomatic hyperamylasemia is a very serious entity while asymptomatic pancreatitis has minimal significance. Risks for patients following ERCP have been described in various publications, but the behavior of these factors varies from one population to another. For this reason it has become important to study these factors in our own environment to identify which patients have higher probabilities of pancreatitis and/or hyperamylasemia following ERCP so that we can make clinically applicable recommendations. Materials and methods. This is a cross sectional, analytical, prospective and observational study of patients who underwent ERCP at the Hospital El Tunal. Before undergoing ERCP all patients filed out a form about their most important epidemiological variables, laboratory study results and imaging study results. After undergoing the procedure they remained in the hospital for at least 24 hours during which time amylase levels, pain, and other complications were monitored and evaluated. Results. 152 patients met the study's inclusion requirements. All underwent ERCP because of cholestasis and dilation of the extrahepatic bile duct. 94 of these patients (61.8%) were women. Patients average age was 60.07 ± 15.9 years. The incidence of hyperamylasemia was 65.8 % (n=100), but only nine of these cases were accompanied by the abdominal pain typical of hyperamylasemia after the first 24 hours following the procedure. In other words, the incidence of pancreatitis following ERCP was 5.9% (n=9) while the incidence of asymptomatic hyperamylasemia was 59.8% (91 patients). Four risk factors for pancreatitis were identified: multiple attempts at biliary cannulation (OR 23.6), precut papillotomy (OR 6.0), use of contrast media in biliary duct radiography (OR 4.65), and placement of a biliary stent (OR 5.19). Conclusion. Our work demonstrates that pancreatitis following ERCP is a very common complication, but that asymptomatic hyperamylasemia is even more common. Even though the latter does not have any implications for the patient, it does have implications for clinical practice. Our current recommendation for monitoring a patient following an ERCP is that no testing for amylases needs to be done if that patient has no abdominal pain since 60% of these cases will have elevated levels of amylase which could generate confusion. Of the four risk factors which were identified which might potentially be modified, the most important is that the ERCP should be performed by a well trained professional.