La reflexión que se plantea en este artículo se establece en torno a tres ejes: (i) el papel básico que desempeña el discurso, fundamentalmente escrito, como elemento básico de la Sociedad de la Información y el Conocimiento; (ii) la función que ha de cumplir la Universidad como garante de la formación experta de una habilidad que se ha convertido en imprescindible para todo desempeño profesional de la sociedad actual: la comunicación escrita; y (iii) cuáles son los retos que la didáctica y, especialmente, la lingüística tienen ante sí para proponer modelos de aprendizaje eficaces de comunicación escrita. La sociedad y economía actuales han sido descritas como Sociedad del Conocimiento. En este contexto, resulta primordial advertir que es a través del discurso como circula el conocimiento (Chiapello & Fairclough, 2002: 195). Por esta razón, deviene objetivo prioritario de la formación universitaria el estudio de cómo ha de elaborarse el discurso para que resulte eficaz para generar y difundir (y también vender) conocimiento. En el contexto actual de saberes en continua innovación, las organizaciones y los individuos han de adquirir nuevas habilidades para sobrevivir y prosperar. La formación, pues, ha de ser continuada y más enfocada al desarrollo de capacidades de aprendizaje (competencias) que a la mera transmisión de conocimientos (Homs, 2008: 209). De acuerdo con los especialistas, entre las competencias que ha de poseer un profesional destacan, por un lado, la capacidad de manejar e interpretar grandes cantidades de información y, por otro, la aptitud de comunicar mensajes que se ajusten a distintos tipos de emisores y receptores. En suma: las destrezas comunicativas, esencialmente las escritas, se están constituyendo en un saber necesario, crítico, en el desempeño profesional (Surma, 2005); en una aptitud profesional transversal para los diferentes ámbitos del saber (Montolío, 2006, 2007, 2008a y 2008b; Montolío y López Samaniego, 2010). De ahí la necesidad de que la universidad garantice a sus estudiantes, futuros profesionales, tales competencias en el manejo de la escritura. Al mismo tiempo, asistimos a una transformación de la escritura en muy diversos niveles que es preciso recoger en los modelos pedagógicos de enseñanza de la escritura: respecto a las unidades y estilos de lectura, los nuevos soportes tecnológicos, la creciente dimensión multimodal del texto escrito, la continua evolución e hibridación de los géneros profesionales, etc.