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La formación como proceso dirigido al desarrollo integral del individuo tanto en términos de personalidad psicológica como en términos profesionales se propone como objetivo el desarrollo global de las potencialidades y el aumento de las capacidades psíquicas, refiriéndose a la esfera emocional y a las actitudes del hombre. El análisis detallado de los procesos formativos incide también en los diversos aspectos que permitirán al individuo mejorar las capacidades laborales en las personas, en los valores y dimensiones éticas y de responsabilidad social; con referencia específica a la formación para el trabajo social en función de la mejora de las organizaciones y los servicios. Se considera necesario fomentar una cultura de formación que haga posible la adopción de nuevas actitudes, comportamientos y competencias de la mano, de la mente y del corazón, apuntando a la elevación de la naturaleza humana.