El concepto de historia como disciplina ha generado y genera no pocas polémicas entre los analistas. Sin embargo hay cierto acuerdo en definirla como el estudio de la humanidad en el tiempo. Esto es especialmente importante ya que además de la dimensión temporal debemos considerar la espacial .Así cada etapa histórica ha generado expresiones, vínculos, prácticas que le son propias. Esto nos lleva a mirar el pasado siempre desde nuestro presente pero entendiendo que los seres humanos, en cada momento histórico, entendieron el mundo de manera distinta. El desafío que tenemos es por lo menos doble: por un lado considerar las ideas y el mundo material de las sociedades pasadas pero sin desconocer la conformación de nuestro pensamiento y de nuestras miradas. Debemos además tener en cuenta que un error relativamente común es lo que podríamos llamar anacronismo, es decir utilizar, emplear, considerar visiones actuales, para analizar las sociedades pasadas que se construyeron bajo otros modos de vida. Esto es especialmente importante cuando hablamos de las infancias. Distintas sociedades han concebido disímiles ideas sobre cómo considerar a sus niños y niñas e incluso esto lo deberíamos indagar según los distintos sectores sociales. No debemos confundir infancias con niñez ya que esta última está conformada esencialmente por un concepto etario. Las infancias pueden definirse como las ideas que una sociedad ha forjado y forja sobre la niñez, donde la edad es solo una de sus matrices. Deberíamos pensar siempre sobre la diversidad de visiones que las sociedades han generado sobre los niños y niñas, así tendríamos que reflexionar sobre las infancias y no sobre la infancia. Si bien uno de esos conceptos puede mostrarse como como predominante, sería un error desconocer que esa hegemonía conceptual no debe impedir la visibilidad de otras concepciones que los sectores sociales no dominantes fueron construyendo sobre su niñez. En las Ciencias Sociales las infancias han merecido una especial atención desde hace unas cuantas décadas, sobre todo considerando obras que de alguna manera marcaron el rumbo en la construcción de una sub disciplina qué podemos denominar "Infantología". Uno de los temas más discutidos es el del surgimiento del concepto moderno de infancia, sobre esta problemática existen diferentes visiones de autores ya considerados clásicos. Lo que sí podemos afirmar es que cada sociedad ha forjado en el tiempo distintas concepciones sobre su niñez y a esto no ha escapado la sociedad bonaerense en los tiempos pasados. No deberíamos olvidar algo fundamental para entender las complejidades de la historia. Si bien es cierto que la disciplina ha tratado de describir y analizar lo que podríamos llamar novedades pero también es importante no olvidar las permanencias, aquellas ideas, prácticas, sentimientos que venimos heredando de las generaciones pasadas y esto es especialmente importante cuando pensamos en las infancias . De ninguna manera las sociedades pasadas no tenían ideas claras sobre el valor de la vida y de la existencia de los niños y niñas sino que estas ideas, prácticas y sentimientos eran distintas a las que tenemos actualmente. Todas las sociedades forjaron ideas sobre cómo entender y valorar la vida de los niños y niñas pero sin olvidar que estas siempre estuvieron determinadas por marcos materiales y empáticos diferentes: que las sociedades históricas hayan concebido a los niños y niñas de forma disímil a como los consideramos mayoritariamente en nuestras sociedades actuales, no significa en forma alguna que no los hayan amado o protegido, simplemente lo hicieron con los insumos que tenían a su alcance, muy distintos a los actuales. Nosotros nos vamos a referir especialmente a las distintas concepciones de infancia que se forjaron en la sociedad bonaerense desde finales del siglo XVIII hasta principios del siglo XX. Hablaremos entonces de "infancias". La infancia es un concepto histórico social y como tal es móvil. Es fundamental para estas reflexiones considerar la complejidad que encierran las fuentes o documentos que podemos analizar, generando preguntas y concibiendo respuestas, siempre tentativas, hipotéticas. En el caso de los niños y niñas del pasado los podemos conocer primariamente por medio de testimonios que dejaron sobre ellos los propios adultos, tenemos muy pocos ejemplos de fuentes producidas directamente por los propios niños, así es imprescindible entender que las infancias son conceptos elaborados por los adultos. Volviendo a las fuentes, estas son muy diversas, encontramos consideraciones hacia los niños y niñas en documentos judiciales en expedientes médicos en papeles de organismos oficiales en registros escolares en autobiografías, memorias, diarios y en iconografía, en definitiva en todo aquello que haya sobrevivido hasta el día de hoy y que nos permita conectarnos con esas infancias. Por último en esta introducción debemos señalar algo que es fundamental para entender la esencia de la historia como disciplina: los historiadores trabajamos con indicios con vestigios, con todo aquello que ha sobrevivido al paso del tiempo, por lo tanto el conocimiento que podemos producir siempre es indirecto, inferencial y provisional. Así cada generación incluso analizando los mismos vestigios y documentos puede realizar preguntas distintas y así obtener respuestas que hasta ese momento no se habían dado o no se habían concebido. El periodo que analizaremos es aquel dado entre el crecimiento experimentado por la región en las últimas décadas del siglo XVIII y la consolidación del Estado nacional hacia fines del siglo XIX y principios del XX. También esta elección temporal está determinada por factores poblacionales primordiales, es el periodo donde rigieron las variables fundamentales de lo que se conoce como Antiguo Régimen Demográfico , signado por una muy alta natalidad y una muy alta mortalidad con fuertes fluctuaciones dadas por ejemplo por muertes catastróficas- epidemias- hasta esos finales del siglo XIX dónde comenzaron a producirse cambios lo suficientemente importantes como para denominar a la nueva situación cómo una transición hacia un nuevo estadio. Desde el punto de vista de los procesos históricos sociales esa sociedad Tardío Colonial de fines del siglo XVIII y primeros años del siglo XIX, estuvo conformada por un andamiaje político institucional ideológico muy distinto a aquel que imperó en algunas décadas posteriores del siglo XIX, que podemos denominar Argentina Criolla y está a su vez distinta a los fundamentos que desde el Estado nacional se pretendieron imponer sobre una población cada vez más diversa culturalmente como fue aquella de las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo el pensamiento de esas personas ilustradas que fueron protagonistas de las transformaciones producidas en las últimas décadas del siglo XVIII, de la Revolución de Mayo, de esa laxa confederación de provincias que fue la Argentina durante años, aquellos que contribuyeron a la formación y consolidación del Estado nacional, tuvieron aspectos comunes: la valorización de la vida y el destino de niñas y niños, pero desde ideas y prácticas diferenciales. Para el pensamiento Ilustrado los pequeños debían preservarse ya que eran la base para constituir una nación unificada. Fueron también considerados como el porvenir de la patria para esos románticos que deseaban superar el enfrentamiento entre grupos facciosos propios de las guerras civiles. Así como también para esa élite de fines del siglo XIX que configuró los destinos de la nación. En las páginas siguientes nos proponemos dar cuenta de esta diversidad de formaciones sociales y por lo tanto hacer evidentes las distintas concepciones que se forjaron para con la niñez haciendo especial hincapié en la región norte de la Banda Occidental del Río de la Plata. The concept of history as a discipline has generated and generates not a few controversies among analysts. However, there is some agreement in defining it as the study of humanity in time. This is especially important since, in addition to the temporal dimension, we must consider the spatial dimension. Thus, each historical stage has generated expressions, links, and practices that are its own. This leads us to look at the past always from our present but understanding that human beings, at each historical moment, understood the world in a different way. The challenge we have is at least twofold: on the one hand, consider the ideas and the material world of past societies, but without ignoring the conformation of our thinking and our views. We must also take into account that a relatively common error is what we could call anachronism, that is to say, use, use, consider current visions, to analyze past societies that were built under other ways of life. This is especially important when we talk about childhoods. Different societies have conceived dissimilar ideas on how to consider their boys and girls and we should even investigate this according to the different social sectors. We should not confuse infancy with childhood since the latter is essentially made up of an age concept. Childhood can be defined as the ideas that a society has forged and still forges about childhood, where age is only one of its matrices. We should always think about the diversity of visions that societies have generated about boys and girls, so we would have to reflect on childhood and not on childhood. Although one of these concepts can be shown to be predominant, it would be a mistake to ignore that this conceptual hegemony should not prevent the visibility of other conceptions that the non-dominant social sectors were building about their childhood. Le concept d'histoire en tant que discipline a généré et génère de nombreuses controverses parmi les analystes. Cependant, on s'accorde à le définir comme l'étude de l'humanité dans le temps. Ceci est d'autant plus important qu'en plus de la dimension temporelle, il faut considérer la dimension spatiale : ainsi, chaque étape historique a généré des expressions, des liens, des pratiques qui lui sont propres. Cela nous amène à regarder le passé toujours à partir de notre présent mais en comprenant que les êtres humains, à chaque moment historique, ont compris le monde d'une manière différente. Le défi que nous avons est au moins double : d'une part, considérer les idées et le monde matériel des sociétés passées, mais sans ignorer la conformation de notre pensée et de nos vues. Il faut aussi tenir compte du fait qu'une erreur relativement courante est ce que l'on pourrait appeler l'anachronisme, c'est-à-dire utiliser, utiliser, considérer des visions actuelles, pour analyser des sociétés passées qui se sont construites sous d'autres modes de vie. Ceci est particulièrement important lorsque nous parlons d'enfances. Différentes sociétés ont conçu des idées dissemblables sur la façon de considérer leurs garçons et leurs filles et nous devrions même enquêter sur cela selon les différents secteurs sociaux. Il ne faut pas confondre la petite enfance avec l'enfance puisque cette dernière est essentiellement constituée d'un concept d'âge. L'enfance peut être définie comme les idées qu'une société s'est forgées et se forge encore sur l'enfance, dont l'âge n'est qu'une des matrices. Nous devrions toujours penser à la diversité des visions que les sociétés ont générées sur les garçons et les filles, nous devrions donc réfléchir sur l'enfance et non sur l'enfance. Si l'on peut montrer qu'un de ces concepts est prédominant, ce serait une erreur d'ignorer que cette hégémonie conceptuelle ne doit pas empêcher la visibilité d'autres conceptions que les secteurs sociaux non dominants construisaient sur leur enfance. Fil: Cowen, M. Pablo. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET); Argentina.