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A finales del siglo XIX la colonización tardía de España del territorio que hoy conocemos como el Sáhara Occidental hizo que ambos estuvieran ligados legal y políticamente. Así fue hasta la intervención de Naciones Unidas a partir de 1960, que abogaba por la autodeterminación e independencia del territorio. Sin embargo, la intervención de Marruecos y de Mauritania en la descolonización apocaron a una rápida salida de España y al comienzo de lo que serían casi 20 años de guerra con el Frente Polisario. Desde entonces, Naciones Unidas ha abogado mediante decenas de resoluciones a conseguir una solución pacífica basada en los principios rectores de la Carta de Naciones Unidas. Así, es posible realizar un seguimiento del conflicto a través de estas resoluciones internacionales, como es el caso de las distintas rondas de negociaciones o el alto el fuego que finalmente llegaría en 1991. Sin embargo, Naciones Unidas no solo ha intervenido a través de declaraciones o resoluciones, sino que también lo ha hecho a través de misiones humanas. La más importante de ellas la MINURSO, cuyo objeto es la creación de un clima que permita la realización de un referéndum de autodeterminación. Asimismo, la Unión Europea también juega un papel importante en el conflicto, pero de manera totalmente diferente a como lo hace la ONU, ya que su actuación se basa en diversos acuerdos comerciales, a veces controvertidos, con Marruecos y el impacto que estos tienen en el territorio saharaui. Para solucionar este conflicto, que ya se alarga casi medio siglo, diferentes actores han puesto sobre la mesa diversas opciones para el futuro del Sáhara Occidental y los saharauis, pero ninguna de ellas ha llegado a dar frutos.