Es indiscutible el papel relevante que está tomando en nuestra sociedad occidental todo lo relacionado con la problemática medioambiental. Inmersos como estamos en la llamada sociedad de la información, en la cultura de las nuevas tecnologías y en la globalización de nuestra escala de análisis de relaciones, problemas y valores, no es extraño que la concienciación respecto al medio ambiente sea cada vez mayor y crezca de un modo generalizado. En definitiva se trata de un patrimonio único y común; nuestro planeta; es nuestra única casa común, por encima de todas las diferencias de raza, cultura o religión, incluso más allá de los terribles desequilibrios en la distribución de recursos y riquezas. Existe ya una percepción social de la necesidad imperiosa de variar la dirección del comportamiento humano, de sus complejas y constantes actividades explotadoras, en relación al medio ambiente; ello es fruto sin duda del conocimiento científico cada vez mayor del planeta y del cosmos, así como de las conexiones de todo tipo entre los diversos ecosistemas y, en consecuencia, de la importante acción depredadora del hombre a escala global. A través del acceso cada vez más generalizado a la información es indudable que la percepción individual se va desarrollando también, al mismo ritmo que crece la sensibilidad medioambiental, junto a otros fenómenos esperanzadores de carácter social y solidario. En estos últimos años se ha consolidado el concepto de desarrollo sostenible en la mayoría de actividades del hombre sobre el planeta; sobre la mesa tenemos la grave problemática del crecimiento demográfico exponencial de una población mundial que puede duplicarse a mediados de este siglo en relación con la población de 1 975; una población mayoritariamente urbana con creciente demanda de vivienda, energías y agua potable. Consejo General de la Arquitectura Técnica de España