Contemporary debates on posthumanism and the planetary environmental crisis have led to the questioning of the dichotomies and anthropocentrism of Western modernity. The Indigenous peoples of the Gran Chaco of Argentina, specifically the Qom or Toba, neither privileged the human above other beings that make up the world nor created nature/culture dichotomies. In other words they were, as other Amerindian peoples, neither humanists nor posthumanists. However, in recent decades, the Qom—who since 1960 have combined Pentecostal evangelicalism with shamanism and their particular animism—have begun to differentiate, at least discursively, religion from spirituality. If religion refers to the institutionalized evangelical universe, spirituality corresponds to what international Indigenist norms place within the "ancestral," which tends to be condemned as savage, demonic, dark, and, therefore, as something to be eradicated. The non-human beings of the natural world, the shamanic practices of healing, and the universe of vengeance and of witchcraft were always present—though questioned by official evangelicalism, now they gain greater visibility in religious spaces. This article analyzes aspects of Qom spirituality that challenge the dichotomies that the Indigenous themselves internalized and that destabilizes their perspectives. It considers how advocating a continuity that does not destroy plurality upholds the exceptionality of the human being to cause and solve a planetary crisis that, in regions such as the Gran Chaco, is directly associated with extractivism. Resumen: Los debates contemporáneos sobre el posthumanismo y la crisis medioambiental planetaria han llevado a cuestionar las dicotomías y el antropocentrismo de la modernidad occidental. Los pueblos indígenas del Gran Chaco de Argentina, concretamente los qom o toba, no privilegiaron lo humano por encima de los demás seres que conforman el mundo ni crearon dicotomías como naturaleza/cultura. En otras palabras, no son ni fueron, al igual que otros pueblos amerindios, humanistas ni posthumanistas. Sin embargo, en las últimas décadas, los qom–que desde 1960 combinan el evangelicalismo pentecostal con el chamanismo y su particular animismo- han empezado a diferenciar, al menos discursivamente, religión de espiritualidad. Si la religión se refiere al universo evangélico institucionalizado, la espiritualidad corresponde a lo que las normas indigenistas internacionales sitúan dentro de lo "ancestral", que tiende a ser condenado como salvaje, demoníaco, oscuro y, por tanto, como algo a erradicar. Los seres no-humanos del mundo natural, las prácticas chamánicas de curación y el universo de la venganza y de la brujería siempre estuvieron presentes -aunque cuestionados por el evangelismo oficial- ahora ganan mayor visibilidad en los rituales religiosos. En este artículo despliego aspectos de esta espiritualidad qom, que desafían las dicotomías que los propios indígenas internalizaron y que desestabilizan perspectivas, con el fin de considerar cómo abogar por una continuidad que no destruya la pluralidad, no sostenga la excepcionalidad del ser humano para causar y resolver una crisis planetaria que, en regiones como el Gran Chaco, están asociadas al extractivismo. [ABSTRACT FROM AUTHOR]