Arquitectos disfrazados de cineasta : de Ozu a Wes Anderson

Existe una analogía indudable entre la arquitectura y el cine, y esta reside, no en la capacidad de la primera para decorar la segunda, sino en el objetivo más primario que debe conseguir un arquitecto: crear espacios. Los directores deben de ser capaces de hacer participes a sus espectadores de la espacialidad de sus obras, para que sean capaces de construirlos, asimilarlos, hacerlos propios y habitarlos. Reside por tanto la importancia de la espacialidad cinematográfica en la capacidad que esta debe dar al público para poder ser participe de los espacios en que se desarrolla la trama. La técnica cinematográfica debe de construir el espacio y presentarlo, de manera que todo aquel que participe de la obra sea capaz de reconstruirlo. Para ello, los ejemplos desde Ozu hasta Anderson, pasando por Kubrick permiten trazar una línea en la que se demuestra la aprehensión del espacio por parte de los directores para hacerlo un elemento creativo esencial y propio. El estudio de estas técnicas, así como la investigación comparativa entre directores que encuentran en estas una forma de erigir su espacio, demuestra que, en esta concepción del séptimo arte, los cineastas se convierten necesariamente en arquitectos.