Tres historias sobre la máquina en Japón: de la función a la perversión del cuerpo metálico

El objetivo de este trabajo es entender y explicar el proceso de estetización de la máquina observado en los años de la burbuja económica en Japón. La aparición de una máquina que no tiene función aparente, obliga primero a entender las funciones que dieron vida originalmente a las primeras máquinas. La investigación se adhiere a las dos clasificaciones funcionales primigenias que establece Giedion en La mecanización toma el mando, añadiéndoles una última que contempla la pérdida de la función. Surgen de esta forma la máquina que funciona, la máquina que juega y la máquina que no funciona. Tres relatos independientes que, sin seguir a priori un orden cronológico, buscan completar paralelamente la imagen de la máquina en Japón tanto a nivel cultural como arquitectónico. Los futuristas y los modernistas demuestran que, por lo menos desde principios del siglo XX, la máquina y la arquitectura van de la mano. Entender la relación existente entre el ser humano y la máquina es por tanto entender una gran parte de la arquitectura que nos rodea. La que fue y la que será. La máquina que se dibuja aquí no es únicamente instrumental, sino también sociocultural: ¿es una herramienta?¿una extensión del ser humano?¿un compañero?¿o sólo es una máquina? La ambivalencia de la máquina como productor de realidades y producto de una necesidad la sitúa como intermediaria entre nuestra mente y nuestro entorno. A través de ejemplos culturales y teóricos coetáneos, podremos contextualizar el papel de la máquina en cada una de sus categorías y trasladarlo a la arquitectura. En primer lugar, la revisión de los metabolistas permitirá sentar las bases de la máquina que funciona. La obra de Arata Isozaki por otro lado, ilustrará en respuesta la máquina que juega. Finalmente, Shin Takamatsu nos hará de guía a través de las tinieblas de una máquina que ha perdido su función, y con ello, su razón de ser.