La problemática que me propongo exponer en este trabajo es la del concepto arte no objetual moderno. Y para la delimitación o definición de este concepto parto, de varios textos, de Hans-Georg Gadamer quien lo utiliza para referirse al arte que empieza a surgir, junto al llamado arte abstracto, en la primera mitad del siglo XX. Un arte moderno que ha planteado una difícil relación con el espectador. Un arte de difícil comprensión, que a su vez ha aportado a la discusión y al cuestionamiento sobre las transformaciones en la concepción de arte: “¿Qué significa el arte no objetual moderno? ¿Siguen teniendo alguna validez los antiguos conceptos estéticos, con los que estábamos acostumbrados a comprender la esencia del arte? En muchos de sus representantes más destacados, el arte moderno rechaza terminantemente las expectativas con que nos acercamos a sus cuadros. El efecto que suele producir ese arte es un shock enorme. ¿Qué ha ocurrido? ¿Cuál es la nueva postura que toma el pintor, rompiendo con todas las expectativas y tradiciones precedentes? ¿Qué es lo que se pretende de nosotros?” Con estas preguntas Gadamer suscita la expectativa de ¿qué es lo que caracteriza al arte no objetual, qué es lo que lleva al autor a aplicar este nombre y a cuáles obras se refiere? En La actualidad de lo bello2, el autor dice que este arte se vive como, o se caracteriza por un shock “enorme” porque nos mueve a la caída en el extrañamiento y la provocación. Y que este extrañamiento se debe, parte, a que desde 1910 con la ruptura cubista se elimina toda referencia a un objeto para formar una figura. “Queda todavía abierta la cuestión de si esa supresión de nuestras expectativas objetuales ha sido total. Pero una cosa es segura: la ingenua obviedad de que un cuadro es una visión de algo -como en el caso de la visión de la naturaleza o de la naturaleza configurada por el hombre, que la experiencia cotidiana nos proporciona- ha quedado clara y radicalmente destruida. Ya no se puede ver uno intuitu un cuadro cubista o una pintura no objetual, como una mirada que se limite a recibir pasivamente. Para ver, hay que llevar a cabo una actividad muy especial: hay que sintetizar personalmente las diversas facetas cuyos trazos aparecen en el lienzo; y luego, tal vez sea uno arrebatado y elevado por la profunda armonía y corrección de la obra, igual que ocurría antiguamente, sin problema alguno, sobre la base de comunidad de contenido del cuadro”3. Ya no podemos esperar del arte moderno una visión de un objeto que habitualmente reconocemos, una imitación de algo que la experiencia cotidiana nos proporciona. En oposición a esto se puede decir que ahora el arte nos muestra no-objetos: por no reconocibles, por no habituales ni cotidianos. Sin embargo, Gadamer deja abierta la expectativa de si esta supresión objetual ha sido total en la actual “comprensión” del arte. Y, aun cuando declara radicalmente destruida la posibilidad del reconocimiento de “cosas imitadas” en una pintura abstracta, no deja de señalar la posibilidad de que quizá, de algún modo, en este arte pueda reconocerse algo en lo representado. Pues el hecho mismo de la emergencia de este arte en la actualidad puede ser tomado como un atisbo de que hay algo que entender en esta nueva manifestación artística, que algo ha de significar para nosotros, porque estas imágenes como quehacer antropológico4 han de permitir también un reconocimiento antropológico, alguna comunidad de sentido o alguna comunidad de contenido. Tal como ocurría antiguamente, cuando la “comunidad de contenido” se declaraba y se hacía patente a la colectividad mediante un cuadro o una imagen representativa. Comunidad de contenido que en gran medida determinaba los “objetos” en una imagen, “objetos” que a su vez representaban la comprensión de una realidad colectiva. (Texto tomado de la fuente) The problematic that I propose to present in this work is that of the concept of modern non-object art. And for the delimitation or definition of this concept I start, from various texts, from Hans-Georg Gadamer, who uses it to refer to the art that began to emerge, together with the so-called abstract art, in the first half of the 20th century. A modern art that has posed a difficult relationship with the spectator. An art that is difficult to understand, which in turn has contributed to the discussion and questioning of the transformations in the conception of art: "What does modern non-object art mean? Do the old aesthetic concepts, with which we were accustomed to understanding the essence of art, still have any validity? In many of its most prominent representatives, modern art categorically rejects the expectations with which we approach its pictures. What has happened? What is the new stance that the painter takes, breaking with all preceding expectations and traditions? What is intended of us?" With these questions Gadamer raises the expectation of what characterises non-object art, what leads the author to apply this name and to which works does he refer? In The actuality of the beautiful2, the author says that this art is experienced as, or characterised by, an "enormous" shock because it moves us to fall into estrangement and provocation. And that this estrangement is due, in part, to the fact that since 1910, with the cubist rupture, all reference to an object has been eliminated in order to form a figure. "The question remains open as to whether this suppression of our objectual expectations has been total. But one thing is certain: the naïve truism that a painting is a vision of something - as in the case of the vision of nature or of nature shaped by man, which everyday experience provides us with - has been clearly and radically destroyed. One can no longer see intuitu a cubist painting or a non-objectual painting, as a gaze that is limited to passively receiving. In order to see, one has to carry out a very special activity: one has to personally synthesise the various facets whose traces appear on the canvas; and then, perhaps, one is raptured and uplifted by the profound harmony and correctness of the work, just as in the old days, without any problem, on the basis of the painting's community of content. "3 We can no longer expect from modern art a vision of an object we usually recognise, an imitation of something that everyday experience provides us with. In opposition to this, it can be said that art now shows us non-objects: because they are not recognisable, not habitual or everyday. However, Gadamer leaves open the expectation of whether this objectual suppression has been total in the current "understanding" of art. And, even if he declares the possibility of the recognition of "imitated things" in abstract painting to be radically destroyed, he does not fail to point out the possibility that perhaps, in some way, in this art something can be recognised in what is represented. For the very fact of the emergence of this art today can be taken as a glimpse that there is something to be understood in this new artistic manifestation, that something must mean something to us, because these images as an anthropological endeavour4 must also allow an anthropological recognition, some community of meaning or some community of content. As was the case in the past, when the "community of content" was declared and made clear to the community by means of a painting or a representative image. A community of content that largely determined the "objects" in an image, "objects" that in turn represented the understanding of a collective reality. Maestría Magíster en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad