Amartya Sen fue galardonado con el Premio Nobel de Economía en 1998. Con una obra que se sitúa en el punto de encuentro entre economía y filosofía, se trata sin duda de uno de los autores más creativos del momento presente. Abordó la cuestión del empleo en un libro que se ha convertido en referencia obligada titulado Employment, technology and development (Empleo, tecnología y desarrollo) que había preparado por encargo de la OIT en el marco del Programa Mundial del Empleo en 1975 y que sirvió de base para un artículo de la Revista (vol. 92, núm. 1) publicado ese mismo año: «Empleo, instituciones y tecnología. Algunos problemas de política». Su análisis de las funciones esenciales del empleo, a saber, el reconocimiento social, los ingresos y la producción, ha sido una contribución definitiva a la comprensión del papel del trabajo en la vida moderna. La Revista publicó un segundo artículo de este autor en 1997 (vol. 116, núm. 2), titulado «Desigualdad y desempleo en la Europa contemporánea». En él aborda concretamente los problemas que el desempleo genera, los cuales no se limitan a la pérdida de ingresos que supone, compensable mediante prestaciones sociales. El desempleo merma asimismo las calificaciones de la persona que lo sufre, así como su motivación, su equilibrio psíquico y su vida familiar, su lugar en la sociedad y su contribución ciudadana. Tiene además efectos aún más insidiosos: tiende a acentuar las desigualdades entre mujeres y hombres y entre diferentes comunidades étnicas, obstaculiza el cambio y la innovación tecnológica y empuja prematuramente a la jubilación a personas perfectamente aptas aún para trabajar. Su costo social es, pues, descomunal. El autor compara las posiciones europea y americana en relación con el empleo y aborda la cuestión de la responsabilidad individual. La reducción del desempleo masivo que sufre Europa no solo es imperativa, sino también una condición previa al ejercicio de dicha responsabilidad. En apoyo de esta tesis, el autor concluye el artículo con una advertencia contra una idea muy en boga en aquel momento: antes de instar a las personas desempleadas a volver al trabajo en nombre de la responsabilidad individual con incentivos diversos (entre ellos coercitivos), es necesario que existan suficientes empleos. La Revista publicó un tercer artículo de Amartya Sen en 2000 (vol. 119, núm. 2), titulado «Trabajo y derechos», que es el que reproducimos a continuación. En dicho año, la OIT lanza su concepto de trabajo decente para todos, materia obligada para todo el que se niege a disociar economía y filosofía moral. En dicho artículo el autor define cuatro condiciones para garantizar un trabajo decente en el contexto de la globalización. La primera es analizar los diversos problemas que se plantean conjuntamente, desde una perspectiva universal, en lugar de concentrarse en los problemas de ciertos grupos de trabajadores. La segunda supone el reconocimiento de los derechos generales que trascienden el orden jurídico. La tercera consiste en abordar el trabajo desde una perspectiva amplia, a un tiempo económica, política y social, que tenga en cuenta los valores democráticos. La cuarta es la exigencia de superar los límites de las relaciones «internacionales» adoptando un enfoque verdaderamente mundial. [ABSTRACT FROM AUTHOR]